Igual que el departamento de prensa de la Casa Blanca reserva las noticias más anecdóticas para la rueda de los viernes, mucho me temo que en Glatissant lo que queda de verano va ser algo descafeinado mientras preparo mi siguiente viaje (tengo planeadas algunas sorpresas), optimizo un poco el blog (tal vez sería un buen momento para actualizar a la versión 3.0 de WordPress e introducir algunos cambios de diseño), y en general echo un vistazo a ver qué puedo mejorar de cara al nuevo curso escolar.
Sirva eso de débil excusa porque tendría que darme vergüenza hablar antes de esta monumental obra musical que del libro que la inspira, el Parzival de Wolfram von Eschenbach, que aquí en España publica Siruela en su colección Biblioteca Medieval (en edición de Antonio Regales). Qué le vamos a hacer. Pensad si leéis esto en pleno invierno que ahora mismo, al menos aquí, hace un calor asfixiante que me ha reblandecido (un poco más) el cerebro.
De Chris Hize poco puedo decir aparte de que es compositor de jazz, un músico inquieto que vive desde mediados de los noventa en Ibiza. Lo demás lo encontraréis en la Wikipedia, o trasteando por ahí.
En 1976, cuando aún existía un telón de acero y la gente vestía de forma peculiar, estrenó en el festival de Holanda una obra que toma el título de la de von Eschenbach. Del libreto se encargó James Batton. Voy a incluir una muestra para que os hagáis una idea.
El propio Hinze la definió como «música descriptiva que abarca la totalidad musical de nuestro tiempo, con un énfasis particular en el jazz.» Ambos artistas recurrieron a diversas fuentes, pero sobre todo a von Eschenbach.
Para la ejecución de esta composición de casi dos horas se necesita una orquesta, un sintetizador, una big band, un ensamble de jazz, solistas, y un coro clásico, además de otro coro de soul…
Casi nada. Vosotros juzgaréis por las muestras incluidas si para escucharla también se necesita una gran dosis de paciencia.