Iba a escurrir el bulto con una entrada muy apañada sobre gules o sinoples, que ya toca volver a visitar esas tierras no vaya a ser que me despiste, pero al final he optado por ser valiente y seguir el plan original, que consistía en explicar por qué cuando hablamos de Gawain, Galván, Gauvain o Galvanus no nos referimos a cuatro hermanos que participan en un torneo, sino que hablamos de la misma persona.
En la entrada sobre las tramas del ciclo artúrico ya mencioné que distintas culturas o tradiciones se apropiaron de según qué partes de la leyenda. Pues bien: cada una de ellas adaptó los nombres de los personajes y los lugares (antropónimos y topónimos) para que los lectores pudiesen aprehenderlos con mayor facilidad, hacerlos más familiares, asimilarlos. Y no sólo eso, también las traducciones antiguas impusieron en su época sus propios criterios.
En los esfuerzos de traducción de las principales obras del ciclo artúrico destacan algunos nombres propios. Por criterios de unificación, algunos optaron por mantener los nombres en el original, traduciendo, eso sí, los más conocidos (el rey Arturo y la reina Ginebra nunca son Arthur y Guinevere, aunque en ciertos casos Arturo sea llamado rey Artús). Otros se inclinaron por castellanizarlos.
Carlos Alvar tradujo La Vulgata (hablamos de la versión francesa del asunto) en la década de 1980. El criterio que empleó lo resume la siguiente frase que cito a continuación, incluida en la introducción de Lanzarote del Lago, La reina del gran sufrimiento, primer volumen de los 7 que componen la edición de Alianza del Lanzarote en prosa:
En general he mantenido los nombres propios, unificando las grafías, de acuerdo con la forma original, aunque he castellanizado los más conocidos.
Más adelante, en su introducción de La muerte de Arturo, obra con la que concluye La Vulgata, dice Alvar:
Por lo general he castellanizado los nombres propios cuando aparecen con cierta frecuencia; en caso contrario, los he mantenido con la forma francesa original.
Veo que existe un matiz entre ambas explicaciones, y es que Alvar fue acercándose más al 2º criterio que al primero.
Otros traductores/investigadores han sido más fieles con el texto original: Victoria Cirlot menciona por ejemplo a Gauvain o Lancelot en su extraordinario Figuras del destino, mitos y símbolos de la Europa medieval, publicado por Siruela. Por su parte, Francisco Torres Oliver mantuvo en su momento los nombres originales, castellanizando únicamente los más conocidos, cuando tuvo que trasladar del inglés (y hago hincapié en lo de inglés) La muerte de Arturo, de sir Thomas Malory.
Para Glatissant también he tenido que tomar una decisión que no gustará a todo el mundo. Sin embargo, soy consciente de que es imposible satisfacer todos los gustos. Podría ser fiel al original y, de paso, a Google, lo cual me ayudaría a indexar mejor el blog (la gente tiende a buscar Lancelot en lugar de Lanzarote, y si hacéis una búsqueda en el motor mencionado veréis por qué). Ésa sería sin duda la opción más sencilla, lo cual no tiene nada de malo.
Pero a mí me gusta la complejidad, y este blog es un viaje de descubrimiento. De momento recurriré a la versión más conocida de antropónimos y topónimos para las etiquetas, pero en el texto de las entradas optaré por la opción alvariana (siempre y cuando sea capaz de dar con ella, porque a veces hay que indagar mucho). Poco a poco nos iremos familiarizando con las distintas versiones, y si menciono una realmente rebuscada procuraré aclararla entre paréntesis o a pie de entrada.
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Mientras que la acepcion de Galvan por Gawain me parece acertada, la de Lancelot por Lanzarote me chirria bastante. Pero Alvar es libro de cabecera!
Lanzarote como tal ya aparecía en traducciones o adaptaciones antiguas castellanas de La Vulgata. He estado buscando por ahí a ver qué encontraba. Hay un artículo muy interesante de María Jesús Salinero Cascante, de la Universidad de La Rioja, que menciona la génesis del nombre original, Lancelot. Copio a continuación las líneas que podrían interesarnos, y conste que la autoría de este texto le corresponde a ella:
La autora del texto cita las siguientes fuentes:
Markale, Lancelot et la chevalerie arthurienne. Imago, París, 1985 [pp. 115]
Loomis, R.S., Arthurian Tradition and the Chrétien de Troyes. Columbia University Press, Nueva York, 1949.
El artículo de Salinero Cascante, El código vestimentario caballeresco de Lanzarote del Lago de Chrétien de Troyes, puede descargarse (http://dialnet NULL.unirioja NULL.es/servlet/articulo?codigo=69038) del repositorio de la Universidad de La Rioja.
Lug o Lwch? Llwch Llenlleawg es un personaje del Mabinogion que a menudo se asimila a Lancelot, Lwch El de la Mano que Golpea (que falta me hace Dicky en esto!!!) Lug era un dios celta…un poco pretencioso por parte del amigo Lanzarote. Dejemoslo en que puede ser una adaptacion en castellano antiguo que aparecio en las primeras ediciones de la Vulgata en castellano. Esa costumbre de traducir los nombres y las ciudades ya se ha perdido. El dia que escuche muchos años atras que los italianos llamaban a Frankfurt Francoforte y los alemanes Maitlan a Milan vi que esa costumbre no era solamente nuestra.
Por convención los nombres de ciudades y países se traducen (igual que los nombres de monarcas y gente así). Sería un poco ridículo hablar de «London». «¿Cómo te ha ido por New Zeland?» Además, imagino que el resultado vendría a ser el mismo: con la variedad de acentos que hay, «London» o «New Zeland» acabarían sonando a cualquier otra cosa.
No lo sabia! Gracias! Monarcas y gente asi? Quieres decir como, reyes o Kings? 🙂
Los papas también. E incluso la nobleza a menudo acaba traducida; personajes históricos importantes (anteriores al siglo XX), algunos nombres de montañas, ríos, accidentes geográficos (pero no todos, depende de si hay tradición: así decimos río St. Lawrence, y no río San Lorenzo); provincias, ciudades, regiones. Y cuando alguien se llama Mao Zedong no lo escribimos en chino tradicional, ni en simplificado, sino que lo adaptamos, porque si no ¡menudo follón!
Especialmente por que le llaman Chairman Mo (no Mao!) Algun dia te contare los viajes de cierto conocido, un viejo oficial del Imperio Britanico que visito la Ciudad Prohibida! Volvio atonito!