¿Quién huella las planicies de oro,
los llanos de bruma y aire,
las numerosas montañas onduladas
y las torres crepusculares?
Ningún pie mortal se extravía en ellas,
ningún arquero vigila en las torres,
sólo pasos más etéreos que los nuestros
recorren colinas y valles.
Las personas que alumbraron los antiguos cuentos,
y la gente que jamás existió,
y quienes deambulan en la frontera
entre la historia de antaño y la fábula sonora,
como el rey que en Camelot tuvo su corte.
Allí camina Ginebra,
así como el caballero Lancelot.
Y, junto a aquel precipicio blanco,
escarpado como Roncesvalles, y más,
a un suspiro de la mirada de la fantasía
cabalga el sin par Roldán.
¡También desde aquí se vislumbra
la punta de la lanza de Don Quijote,
con mucho el mayor de todos ellos!
Mas no, es la estrella vespertina.
Lord Dunsany
Tags: Camelot, Don Quijote, Lord Dunsany, Poesía, Reina Ginebra, Roldán
¿Ves como el conocimiento confunde? Puede pervertir nuestra mirada de la realidad, si es que existe una realidad cierta.
No vamos a discutir por eso. Ya te digo yo que no. Tendrías que ver qué cara pone la gente cuando, a la pregunta de a qué me dedico, respondo que a perseguir una bestia fabulosa…