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vortiger, el rey traidor

martes, diciembre 28th, 2010

Por Sergio Escuriet.

Como hemos descrito anteriormente, las cuatro partes restantes de la Historia Regum Britanniae son:

  • La conquista romana y sus sucesivos gobernadores.
  • Los bárbaros, con Vortiger [Vortigern], el rey traidor, como tema principal.
  • Los Grandes Días de los reyes britanos, con el clímax artúrico como eje central.
  • La caída del imperio britano, con las pertinentes explicaciones de los grandes pecados cometidos por los últimos reyes britanos y de cómo Dios Nuestro Señor los condenó a perder el paraíso britano.

VortigerPero antes trataremos brevemente aspectos de la primera parte, en concreto los descendientes de Bruto, esto es, sus hijos y sus reinos ya creados a imagen y semejanza de los del Reino Unido: Escocia, Gales e Inglaterra. Esta parte recupera héroes de la leyenda tradicional britana, como el Rey Lear y Brenio, a quien la leyenda oral atribuye la derrota de los Galos e incluso encumbra a la conquista de Roma. Godofredo extiende el trazado de la dinastía hasta Casivelauno, cuya reina es la conocida Boudica.

La segunda parte que trata de los lideres britanos bajo el yugo romano empieza de manera curiosa con una cita de César: «¡Por Hércules! Esos britanos y nosotros, romanos, hemos nacido de la misma sangre, puesto que descendemos del pueblo troyano

Curiosamente, toda la leyenda britana posterior a la invasión normanda del año 1066 guarda un respeto especial hacia todo lo que hacía referencia a la cultura romana, siendo esta etapa una de las más recordadas por todos los escritos de la época. Todo lo romano se vio como contraposición a lo sajón, ambos fueron invasores, pero mientras que los romanos contribuyeron con su cultura, los sajones tan sólo aportaron oscuridad. Así lo consideraron los normandos.

Cuando los romanos abandonaron la isla, dejándola a merced de los invasores, los britanos recurrieron a sus ancestros en Armórica para reclamar la ayuda que Roma les negaba, y esa ayuda llegó en la forma de Constantino, último gobernador romano, quien aceptó el reino de Britania. Fue capaz de contener a las hordas barbarás merced a las buenas enseñanzas guerreras que los romanos habían compartido con los britanos. Los hijos de Constantino fueron Constante, Aurelio Ambrosio y Uterpandragón [Uther Pendragon]. Asesinado Constantino por un picto, y habiendo Constante abrazado la fe, el trono quedaría en manos de Aurelio Ambrosio o Uterpandragón. En este punto es donde entra Vortiger. Vortiger logra convencer a Constante para que acepte el trono, ya que como primogénito le pertenece, y siendo sus hermanos menores de edad el derecho al trono era suyo. Constante dejó el gobierno en manos de Vortiger, sin saber que el verdadero objetivo de este consistía en adueñarse del trono de Britania.

Así las cosas, pactó con los pictos para alcanzar el trono, pero lo asesinaron mientras dormía antes de ser traicionados a su vez por Vortiger, quien los entregó a los britanos. Pero los pictos, enterados de la traición, no tardaron en vengarse y iniciaron la guerra contra las huestes de Vortiger. Viendo los desastres acumulados en diversas batallas, conscientes de que tanto Aurelio Ambrosio como Uterpandragón eran un riesgo a sus designios, Vortiger recurrió a los lideres sajones Horsa y Hengist, que rápidamente acudieron en su ayuda. Una vez derrotados los pictos con la colaboración sajona, estos exigieron a Vortiger tierras donde establecerse, y el rey les concedió grandes extensiones en el sur de Britania.

Aquí entramos ya en la tercera parte de la historia: la reconquista de la isla por parte de Aurelio Ambrosio y Uterpandragón, y la muerte de Vortiger a manos de los hijos de Constantino, tal y como había profetizado Merlín. Los dos hermanos prosiguen su guerra por toda la isla hasta derrotar a todas las huestes sajonas, y luego establecen la paz en Britania mientras Uterpandragón es enviado a Hibernia (Irlanda) en busca de las piedras mágicas del Círculo de los Gigantes, por consejo de Merlín.

Pero la estirpe de Vortiger en la forma de su nieto, Pascencio, no cejaba en su venganza. Tras pactar con el soberano de Hibernia y un séquito de sajones, se propuso dar guerra a Aurelio. Sin embargo, sus huestes no fueron capaces de hacer frente a los ejércitos britanos. Por ello recurrió al asesinato de Aurelio mediante un sajón traidor de nombre Eopa, que tras fingirse britano consiguió entrar en la corte de Aurelio y envenenarlo.

Y así llegó la corona a Uterpandragón, pero eso ya es otra historia.